Hoy es 23 de abril, día de Sant Jordi (San Jorge) y Día del Libro. En mi tierra, Catalunya, es uno de los días más bonitos del año. Es tradición regalar libros y rosas a nuestras personas queridas.
Este año, debido a las crisis del Covid19, la celebración (al igual que otras muchas) ha tenido que ser cancelada. Este año, el 23 de abril tiene un aire extraño. Estamos acostumabrados a que miles y miles de personas salgan a la calle, al aire festivo, al bullicio. Y hoy hay calles desiertas y silencio.
Bien es cierto que muchas librerías y floristerías han ofrecido sus servicios a domicilio para amortiguar las pérdidas que llevan sufriendo desde hace semanas. Esta festividad representa un porcentaje muy elevado de sus ganancias anuales... Pero no es lo mismo.
Personalmente, he optado por la opción de ir a la librería en cuanto todo esto acabe y perderme por sus estanterías hasta encontrar el (los) libro elegido. Eso de pasarme horas frente una pantalla sin poder tocar o abrir el libro para hojearlo no va conmigo.
Lo bueno que tiene esta situación es que la gente agudiza su inteligencia y busca alternativas e iniciativas para no dejar de celebrar este día. También, desde las escuelas lo han celebrado de manera virtual. En la escula de mi hijo, por ejemplo, han tenido que redactar un texto y mandar un video leyéndolo. Los profesores también se han grabado leyendo cuentos y nos han mandado un sifnín de ideas para hacer manualidades con los más pequeños relacionadas con esta celebración.
En sus balcones, la gente también lo celebra: decoraciones con rosas, dibujos de los niños, gente disfrazada de caballero, princesa, dragón,... Y eso es lo que cuenta. ¡El Coronavirus tampoco vencerá a Sant Jordi!
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